¡Ahoy! Les habla su Capitán.
No hay nada más asombroso que conocer la cultura del lugar que una visita. La tripulación de mi barco es una tripulación culta que sabe de lugares que te robarán el aliento. Esto es lo que nos cuenta Carlos Ortiz.
Capitan le tengo mi experiencia en las ruinas de Kohunlich, Kinichná y Dzibanché.
Viajé de Cancún a Chetumal una noche de sábado para disfrutar un domingo completo en los alrededores. Mi objetivo era conocer Kohunlich, Kinichná y Dzibanché, las ruinas mayas ignoradas del sur de Quintana Roo.
Planeaba despertarme temprano pero agudos retorcijones de estómago se adelantaron. Traté de ignorar el dolor, desayunar cereal con fruta y charlar como en una mañana normal de hostal, pero fue imposible, mi temperatura subía tan rápido como caía mi ánimo. Por suerte (¿?), ya lo he pasado antes y conocía la rutina de salida: reposo, inodoro, agua, mucho aguante, repita; no necesariamente en ese orden.
A medio día, con el estómago y energías en su lugar, me enfoqué en buscar transporte hacía los sitios de Dzibanche y Kinichná, que están pegaditos y descarté Kohunlich. Encontré una combi que demoraba más de una hora en salir y me dejaba a 15 kilómetros de las ruinas, no tuve opción, la tomé. Hacía mucho calor, había mucha humedad y cada asiento parecía adecuado para los glúteos de un alux; esta sauna gratuita fue el motivante perfecto para encontrar en la charla un distractor. Así conocí a Germán.
Germán vive en Morocoy, el pueblo más cercano a Dzibanche y Kinichná. Para Germán, Dzibanché y Kinichná siempre han estado ahí, como un patio trasero o un patio de juegos, como el lugar para ir con la novia o con los amigos. Después de más de una hora de viaje, un aventón y de rentar un carro local, llegamos a Dzibanché.
Para mi deleite, eramos los únicos en toda la zona arqueológica. Era una tarde inmejorable, cada edificio parecía orgulloso por mantenerse erguido más de 2000 años. Dzibanché debe su nombre a un dintel grabado en madera y en maya significa “escritura sobre madera”, idea del médico y arqueólogo aficionado Thomas Gann. El nombre original se desconoce y me hace preguntar ¿cuánto tiempo debe pasar para que el nombre de una majestuosa ciudad como esta sea olvidado?
Mientras caminaba me imaginaba las plazas y los templos llenos de gente, rezando, haciendo ofrendas, intercambiando comida, vestido y hasta armas. Hace tan solo 1200 años los habitaban hasta 1 millón de almas. Por un momento viví esa vida y sentí que Bzibanché me veía.
En Dzibanché me fue indudable que los mayas no fueron ajenos al deseo de perdurar en el tiempo, de dejar un huella, pequeña o grande, pero imborrable.
Kinichná.
El día empezaba a palidecer, y debíamos correr si quería conocer “la casa del sol”, Kinichná. Kinichná es un bastión de Dzibanché, una acrópolis modesta pero de notoria espiritualidad y energía.
Luego de despedirme de Germán y un aventón a Chetumal, tomé mi camino de regreso a Cancún y terminé mi viaje, con la mochila cargada de libertad y aprendizaje.
Recursos.
Combi Chetumal-Morocoy: Se ubica en la avenida Andrés Quintana Roo, cerca del restaurante Pantojas.
Tips.
Usa ropa fresca
De preferencia ropa de manga larga y pantalones
Recuerda que los mosquitos suelen ser muy molestos.
Siempre usa productos amigables con el medio ambiente
Mantente hidratado y lleva agua, no hay tiendas ni baños. Espero que la información le sirva a usted Capitán Barba Chueca y a su tripulación. Espero poder reportarles más cuando tenga la oportunidad de conocer El Hormiguero.
Comparte tus experiencias e historias con la tripulación, acá te podemos dar tips de viaje y hasta una que otra promoción con la gente del Caribe Mexicano.
Los espero con otra experiencia. Recuerden que este es el Viaje del Pirata, buscando nuevas tierras que explorar.
Disfruten siempre de la aventura Ahoy
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