El fenómeno de luz en Chichén Itzá en el equinoccio de Primavera confirma el culto que los mayas rendían a las víboras de cascabel, especialmente al Ajau Can Durissus Durissus, una especie que sólo existe en el área maya, y que constituyó la base de su civilización.
“La serpiente de luz en Chichén Itzá”, deacuerdo con José Diaz Bolio, tiene siete ángulos de luz que se proyectan en la alfarda poniente de la pirámide mayor de Chichén que indican el comienzo de la Primavera pero también enfatizan el número de la serpiente de cascabel, que es el 7.
Así, el número 7 simboliza la fertilidad, el renacimiento y vida nueva de la naturaleza y reflejada en la pirámide indica el “advenimiento de la Primavera que significa la resurrección de la naturaleza y el comienzo de la temporada agrícola”.
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