Dentro de la cosmovisión de los mayas, los cenotes representaban el inframundo, un nivel más allá del cielo y de la tierra. Ahí habitaban las deidades, convivía el bien y el mal, existía en su interior una magia que regía el mito principal de esta civilización.
El 10 de enero de 2018 el mito ha alcanzado a la realidad. Los integrantes del Grupo de Exploración Subacuática del Gran Acuífero Maya han descubierto un pasadizo que une dos de las cuevas inundadas más grandes del planeta: Sac Actún (una palabra del maya que significa cueva blanca) y Dos Ojos en Tulum, Quintana Roo.
Este laberinto mide 347 kilómetros (para dimensionar su tamaño, es casi el equivalente a la distancia que hay entre Uxmal y Tulum por tierra), lo que la convierte en la zona arqueológica más grande descubierta hasta hoy.
Lo que han encontrado ahí va más allá de la imaginación. Los investigadores y responsables —entre ellos, Guillermo De Anda, especialista del INAH— refieren que bajo el agua existen contextos arqueológicos de 12 mil años atrás. Esqueletos de animales extintos, como el perezoso gigante, vasijas de cerámica maya y hasta objetos de la Colonia son algunos de los hallazgos bajo el agua.
Sin embargo, llegar hasta aquí no fue fácil. Una expedición que duró más de 10 meses fue necesaria para encontrar la conexión entre los dos sistemas de cenotes. Por su parte, 20 años de experiencia en buceo y 14 de búsqueda de las cuevas fueron la razón por la cuál, de Robert Schmittner fue designado como jefe buzo de la misión.
Sac Actún era el segundo sistema más grande de cenotes, pero a partir de este hallazgo será el nombre de ambas cuevas y el laberinto que las une. No obstante, las labores de investigación continúan, ya que se cree que hay mil 400 kilómetros de agua dulce tan sólo en la península de Yucatán.
Información : Travesias Digital
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